Ganar las
elecciones de River o de Boca supone un cambio
rotundo para la vida de quien consiga el respaldo de los socios. Passarella y
Daniel Angelici ocupan dos de los cargos con mayor exposición del país. Una
responsabilidad mayúscula, pero también una tentación demasiado grande para
quien tenga vocación dirigencial y/o muchas ansias de poder.
Es curioso, pero el único que hasta hoy lanzó formalmente su
candidatura con un acto de campaña es Héctor Urueña, un nombre poco conocido
por la mayoría de los hinchas. De todos modos, se sabe que el abanico es grande
y los nombres de Antonio Caselli, Rodolfo D’Onofrio,
Matías Patanian, Jorge Brito, Daniel Kiper y Rafael Aragón, entre
otros, ya están instalados como parte de la contienda.
Si a eso se le suma que River es el club más politizado del
país, no debería sorprender que cada vez que hubo un partido de River en el
torneo Final, en el Monumental o en Córdoba, en Núñez o en Santa Fe, los
alrededores del estadio de turno se hayan visto poblados de afiches y
pasacalles promocionando a distintos candidatos.
Las elecciones anteriores, en 2009, tuvieron el mayor pico
de concurrencia: votaron 14.248 socios. A caballo del voto castigo contra José
María Aguilar, la participación fue la más alta hasta el momento, pero según
todos los cálculos será superada en diciembre porque será la primera elección
luego de la caída del equipo a la B Nacional y porque el padrón final contará
con alrededor de 45.000 socios en condiciones de votar, 12.000 más que hace
cuatro años. La tendencia participativa creciente de los socios quedó reflejada
en las últimas elecciones, en las que votaron casi el doble que en 2005 (14.248
contra 7.579).
Fuente: Clarín